El reciente descubrimiento de la reserva de petróleo más grande del mundo en la Antártida sacudió el panorama energético global. Con estudios liderados por la empresa rusa Rosgeo, se plantea un desafío directo a las normativas internacionales establecidas por el Tratado Antártico.
Este hallazgo posiciona a Rusia como un posible líder del mercado energético mundial, y a su vez, reaviva tensiones territoriales y ambientales en una de las regiones más protegidas del planeta. El descubrimiento de esta reserva en la Antártida marca un hito para la exploración geológica rusa. Realizado mediante estudios sísmicos a bordo del buque Alexander Karpinsky, operado por la empresa estatal Rosgeo, este hallazgo podría cambiar el equilibrio de poder energético global. Rosgeo, fundada en 2011, es reconocida por su experiencia en identificar yacimientos significativos en diversas partes del mundo, y en esta ocasión ubicó un yacimiento de proporciones históricas. Sin embargo, el área en cuestión, situada en el Territorio Antártico Británico, está protegida por el Tratado Antártico de 1959, que prohíbe cualquier actividad de explotación de recursos naturales en el continente. Esta normativa se enfrenta ahora a una prueba de fuego, ya que Rusia parece decidida a avanzar en la exploración, justificando sus actividades como investigaciones científicas. El hallazgo podría ir más allá de la extracción de petróleo. Países como Argentina y Chile, que mantienen reclamos históricos sobre parte del territorio antártico, podrían intensificar sus gestiones diplomáticas para evitar un avance ruso en esta zona estratégica.
Fuente: Clarín