También influyen el congelamiento, la disparidad de precios entre el canal minorista y el mayorista, y la carga por parte de camiones extranjeros.
La situación actual del país ofrece diversas oportunidades para hablar de la «tormenta perfecta”. El de los combustibles es uno de los sectores en que se puede utilizar esta frase para describir cómo la confluencia de una serie de factores se potencia para llegar a un punto complejo -las dificultades de abastecimiento-, del que nadie parece saber de qué manera ni cuándo se encontrará una salida.
Las colas en ciertas estaciones de servicio, los carteles que informan de faltantes y los cupos de entrega de las petroleras se explican, en parte, por el hecho de que, según detalla Isabelino Rodríguez, presidente de Amena (Asociación Mendocina de Expendedores de Nafta y Afines), Argentina depende de las importaciones, ya que el 32% del combustible que se utiliza en el país viene de afuera. De ese total, el 20% corresponde a gasoil y el 12% a nafta.
Sin embargo, además de la falta de dólares para pagar esas importaciones, las petroleras se encuentran con que el barril Brett tiene un precio que ronda los US$ 90 y el criollo, uno de US$ 58, mientras que en el país los valores están congelados, lo que provoca un diferencial que hace que las empresas deban importar a pérdida para abastecer al mercado local. Para entenderlo, por un barco de 40 millones de litros, pueden llegar a perder US$ 10 millones.
Fuente: Los Andes